Hola de nuevo. Ya le voy cogiendo el gustillo a esto de escribir un blog.
Seguimos relatando mis aventuras dermatíticas una vez superada la fuerza divina.
Como ya comenté en una entrada previa, hubo quien arriesgó a vaticinar que esto acabaría en mi adolescencia. Ya sabemos todos que no. Pero no contento con asumirlo, a la edad de 21 años empiezo a tolerar mal ciertos alimentos. Pensando desde un principio que era una simple gastroenteritis y de comer pollo cocido y arroz blanco a diario, veo que no me se cura, NO DESAPARECE! Y es que cada vez que comía un plato de tortilla francesa o un simple filete rebozado recaía: Intolerancia al huevo. Lo que me faltaba. Y todo esto tras atar cabos de ver lo que comía, pese a la tendencia de algunos a decir que era todo psicológico. Acudo al médico y ahí empieza una nueva etapa en mi vida: el pasillo de alergología.
En este punto las fechas y edades no las tengo muy claras. Pues con pocos años (pongámosle unos 10 u 11 años) te haces las pruebas de la alergia y te da reacción lo típico: ácaros, gramíneas y pelo de gato. Lo único destacable es que a los pocos años la alergia al polvo se disparó y me dieron la opción de vacunarme todos los meses durante cinco años con AlergoVac Depot. Da pereza solo de pensarlo, pero realmente mereció la pena, pues hoy no estornudo a penas.
Como veis, da para escribir un libro sobre esto. A algún dermatólogo y/o alergólogo le vendría bien situarse en el otro lado. Aquí os dejo por hoy. Para mañana continúo con más alergias.
Seguimos relatando mis aventuras dermatíticas una vez superada la fuerza divina.
Como ya comenté en una entrada previa, hubo quien arriesgó a vaticinar que esto acabaría en mi adolescencia. Ya sabemos todos que no. Pero no contento con asumirlo, a la edad de 21 años empiezo a tolerar mal ciertos alimentos. Pensando desde un principio que era una simple gastroenteritis y de comer pollo cocido y arroz blanco a diario, veo que no me se cura, NO DESAPARECE! Y es que cada vez que comía un plato de tortilla francesa o un simple filete rebozado recaía: Intolerancia al huevo. Lo que me faltaba. Y todo esto tras atar cabos de ver lo que comía, pese a la tendencia de algunos a decir que era todo psicológico. Acudo al médico y ahí empieza una nueva etapa en mi vida: el pasillo de alergología.
En este punto las fechas y edades no las tengo muy claras. Pues con pocos años (pongámosle unos 10 u 11 años) te haces las pruebas de la alergia y te da reacción lo típico: ácaros, gramíneas y pelo de gato. Lo único destacable es que a los pocos años la alergia al polvo se disparó y me dieron la opción de vacunarme todos los meses durante cinco años con AlergoVac Depot. Da pereza solo de pensarlo, pero realmente mereció la pena, pues hoy no estornudo a penas.
Como veis, da para escribir un libro sobre esto. A algún dermatólogo y/o alergólogo le vendría bien situarse en el otro lado. Aquí os dejo por hoy. Para mañana continúo con más alergias.