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6/12/2014

DOPAJE E INFLAMACIÓN

Continúan las peripecias atópicas, esta vez en la capital gallega: Santiago de Compostela.

Cansados de buscar remedios y especialistas en la materia, un familiar nos dio la referencia de un buen dermatólogo de renombre a nivel nacional que consulta en esta ciudad. Casi como decir el dermatólogo de los dermatólogos.
Pues bien, tras conseguir una cita acudimos a él y después de una larga consulta (en la sala de espera desde las 20.00 horas hasta las 01.30 horas) llegamos a la conclusión de que había que tomar corticoides a largo plazo, disminuyendo poco a poco, mes a mes, la dosis. ¿De verdad que no existe otro tipo de medicación o remedio?

Recordemos que yo por aquel entonces estaba en Valencia (por eso de ubicarte en mi historia). No sé si por corticoidarme o por el buen tiempo que allí empezó a llegar a partir de marzo comencé a ponerme bueno. No obstante, hubo que mantener un cuarto de pastilla diario durante casi medio año. La dicha duró todo el semestre y tras finalizar el curso, de vuelta definitiva a Galicia, de nuevo en su consulta revisamos mi piel. De esta vez su diagnóstico giraba en torno a los inmunosupresores (Sandimmun Neoral) pero dio marcha atrás al explicarle que hacía dos años lo había probado y no había dado resultado. Y menos mal, porque es una lata tener que estar cada semana haciendo análisis y tomando la tensión para comprobar las constantes renales y hepáticas (riñones e hígado, por si acaso).
Por todo ello, finalmente dicidio darme unas inyecciones de Trigón. me sorprendió bastante, porque n o hubiera imaginado que la dermatitis estuviera remitiendo así de bien con unas inyecciones. Pero bueno, poco me duró la alegría cuando, al tercer pinchazo (alternando en cada nalga mensualmente) empecé a notar molestias en la pierna izquierda. Tal fue el dolor que un día al despertarme era incapaz de moverla.
Todo esto derivó en una historia dolorosísima desde que la infección salió a la superficie y tuve que acudir a urgencias a que me abriesen y drenasen la pierna, hasta que después de tres meses de curas con una mecha (ni te imaginas lo que duele) la herida fue cerrando hasta que cicatrizó en la superficie.

Una nueva mala experiencia con las agujas. No sé si tú has tenido alguna situación parecida, pero te aseguro que no me han quedado ganas de ello ni de nada similar.