12/14/2014

DERMATITIS 3.0

Tanto tiempo esperando este momento y ahora que ha llegado... no sé qué decir! Tanto tiempo planeando una entrada por mi aniversario, tanto tiempo pensando qué escribir, qué opinar, cómo describirlo y... aquí estoy frente al ordenador con un solo pensamiento: HE HECHO UN AÑO DE TRATAMIENTO.

Solo había una cosa clara para esta entrada. Y era titularla como "Annus horribilis" por todo lo que ha conllevado. Porque nunca en mi vida me he tenido que ver recluido en casa sin poder hacer de mi vida lo que yo quisiera como es arrancar con una mochila y buscarme la vida. Mi cuerpo llegó a un momento en el que dijo "Basta ya! necesito reposo y reseteo". Y me he dedicado de lleno a ello. Quizás te suene a tremendismo, que no es para tanto. Pero lo es. He renunciado a gran parte de mi vida social durante los primeros meses de mi tratamiento e, incluso, en alguna recaída de los últimos. No sabría explicar por muchas líneas que escriba la impotencia que he soportado todo este tiempo en el que no ves más allá que un montón de piel en tu suelo.
Finalmente, después de darle varias vueltas, he optado por el título que has visto por ser una aventura narrada en la red de la que todos os habéis hecho partícipes. Ha sido la manera de poder y querer concienciar a los que no me entienden y a todos los que necesitan apoyo y fuerzas para seguir con la suya. He aquí pues la historia de mi "Dermatitis 3.0 - mi nueva piel".

Pero empecemos por el principio, por si acabas de llegar y no entiendes muy bien todas estas palabras. Hace un año que mi cuerpo y mi mente se sometieron por primera vez a un cambio radical. Y digo radical porque no empecé un tratamiento cualquiera con el que convivas en tu rutina. No. Empecé con un tratamiento que ha marcado un parón sabático de un año. Ya quisieran muchos poder tomarse un año así, pero sabático de verdad, no como el mío.
Empecé con ese spray que al principio no hacía nada. Pero al cabo de un mes... ZAS! Reacción que te crió. Punto crítico en el que mi piel reventó y comenzó a supurar, a picar a más no poder. Moría una capa seca, sin salud, dejando paso a una nueva. Mi cuello y mis orejas sufrieron lo insufrible durante un par de meses. Esto causó un gran problema de insomnio, pues ponte tú a dormir plácidamente con el cuello en carne viva. Imposible.
Con el paso del tiempo, fue cicatrizando sin dejar rastro y pasó a evolucionar la cosa a otras partes del cuerpo. Brazos, piernas, barriga, manos, tobillos... Después de haber visto cómo había transcurrido el proceso del cuello, confiaba en que todo pasaría en un breve periodo de tiempo. Ingenuo de mí. Era tal la cantidad de mierda que debía expulsar que hasta bien pasado el verano no vi mejoría alguna. Pantorrillas hinchadas, codos irritados, y tobillos peores que los de una embarazada de grandes que los tenía.... en fin, un cuadro.

Seguramente ya tengas noción de todo esto. Pues lo he ido contando a pocos durante todo este tiempo. Las penas compartidas son medias penas. Y digo que son medias porque al final han pasado los meses y he ido asimilando todo esto en compañía de mucha gente que me ha apoyado y me lo ha hecho más llevadero. Familia y amigos que se han preocupado por mí en cada momento y que han conseguido que mi (re)acogida social fuera, sin duda, inmejorable. Y digo que se han preocupado día sí y día también porque han tenido en cuenta cada malestar, cada brote y, como no, cada ingrediente. Pues no he tenido problema para comer en ningún evento ni en ningún momento. Soy el rarito, sí, pero me cuidan.
Con esto quiero decir que al final de todo te das cuenta de que lo más importante es cuidarse y quererse. La salud es lo primero y que sepan quererte como eres, también. He conocido a gente con problemas similares al mío y al final aprendes a entender todo esto sin quererlo. Saber que a ti no te han fallado como, a lo mejor, sí se lo han hecho a otros.

Y como no sé estar quieto, al primer momento que me he visto capacitado he tirado para adelante y he hecho de mi año sabático, un año completo. Comencé a los pocos meses del tratamiento este blog a modo Diario de una dermatitis para compartir mi experiencia y hacerle la vida un poco más mejor a otros que estén en situaciones similares. Nunca me había planteado esto de escribir y parece que le he cogido el gusto. Todo empezó con la tontería de mi madre y mi tía de que anotara cada día que pasara y coger con más fuerza cada momento. Tal ha sido la cosa que aquí me tienes, escribiéndote una nueva parrafada contando mis idas y venidas. Al final he sacado adelante un blog en el que no solo comparto mis problemas, sino temas relacionados que pueden ayudarte y que espero que, aunque no te valgan para nada, al menos te hagan pasar un buen rato.

Ha pasado un año, pero no está todo hecho. Aún queda camino por recorrer y por perfeccionar. Así que si me lo permites, seguiré dando la lata y opinando por estos lares.



Gracias nuevamente por estar ahí.




No hay comentarios:

Publicar un comentario