10/23/2014

EL DESIERTO DE MI HABITACIÓN

¿Te habías olvidado ya de mi tratamiento? Yo casi, porque entre tanto ébola y tanta dieta... al final he relegado mi muda a un segundo plano. Y ahí sigue, cayendo poco a poco.

Quería dedicar un espacio a lo peor de esta historia, a eso que no te deja descansar y te llena de tensión y nerviosismo: el picor.
Es difícil de explicar esa sensación extraña que te carcome por dentro y que te hace ser y estar inquieto. No sé si a ti te pasa a veces, pero cuando una parte de tu cuerpo empieza con ese "formigueo" (que le llamo yo) es insoportable. Quizás pudiese ser placentero por momentos, que lo es. Pero cuando ya acusa de más, es muy incómodo y es inevitable hacer como que no pasa nada.

Y si solo fuese eso, rascar, pues no pasa nada. Pero existen diez amigas que cubren cada dedo que con cada movimiento de vaivén van dejando caer tu piel, tus escamas, tus pelos... Las uñas son el peor enemigo de la dermatitis atópica. Al mínimo que crecen, ya están deseando excavar. Y vaya si excavan! Por donde pasan arrasan!
Es ahí ese momento en el que empiezas a gestionarte tu propio peeling y ves como te exfolias (centros de estética a mí... psss) y dejas caer tu piel muerta y escamada.

Pues bien, todo ese proceso se ve acrecentado con el spray que te comenté que me aplicaba en la planta del pie. Al hacer que mi cuerpo elimine todas esas toxinas acumuladas gracias a la gestión de los dermatólogos, hace que salgan hacia fuera por la piel, por lo que es como si empujasen a la dermis actual abriéndose hueco para irse de mí. Se van así, haciendo que nuevas células constituyan la piel nueva y ofreciendo un mejor riego sanguíneo que drena cada parte de mí. Quizás te suene todo muy visceral, pero es así. En el momento en el que me empieza el picor por ese "empuje", automáticamente comienzo a rascarme. Pero no es un "rascamiento" leve y puntual, no. Es empezar a resquebrajar la piel dejando que caiga una cantidad exagerada de escamas al suelo y favoreciendo así a que esa parte erosionada supure y elimine lo que pueda.
Ocurre entonces que, al parar, miro hacia abajo y veo que se ha vuelto el suelo de color amarillento. Un manto de escamas recubre el parquet de mi habitación. Un manto que, si recopilásemos las descamaciones de todo este tiempo, bien podría celarse el Sáhara.

Afortunadamente, estas descamaciones fueron en disminución con el paso de los meses. Primero el cuello (ese tiempo creo que mi mente lo ha reseteado para poder seguir siendo normal), luego los brazos, las piernas, el abdomen... poco a poco se ha ido llevando partes de todo mi cuerpo. Y cuando parecía que ya estaba regenerándome y casi perfecto (a eso de los nueve meses)... ZAS! Toma brote. ¿Te acuerdas de las "crisis curativas" que en algún momento comenté? Pues me tocó. Y hará cosa de unas tres semanas que todas esas descamaciones volvieron a mí. Y desde aquella, poco a poco, me recupero. Solo confío en no tener más de esas y hacer que ese montón de arena se asemeje más una playa y poder estar más relajado.

¿Y a ti qué te pica? Ya sabes que puedes comentar todo aquello que se te pase por la cabeza y quieras saber.
Bueno, te dejo ya porque me está picando y... como dice el refrán: comer y rascar, todo es empezar.



A Jorge, porque sabe lo que es y espero que pueda con ello.

No hay comentarios:

Publicar un comentario